ESPN me da miedo...

domingo, 28 de abril de 2013

Hoy, mientras tomaba mi almuerzo dos horas después de que lo hubiesen hecho mis padres, me percaté de algo curioso. Mi padre -quien dormitaba en el sofá- había dejado el televisor de la sala en un canal deportivo. Creo que era ESPN latino, en donde pasan hasta la saciedad un programa llamado SportsCenter. No sé si fue por haberme levantado tras una sesión de lectura (he estado disfrutando de los libros de Coelho últimamente), o si porque hoy amanecí ligeramente más sensible, pero de una u otra forma quedé horrorizada mientras intentaba digerir una presa de pollo. Ese méndigo canal pasó en intervalos de menos de cinco minutos los mismo comerciales, las mismas retahílas publicitarias, las mismas imágenes, no una... ni dos... ¡sino seis veces! Es probable que hayan sido más, pero terminé mi comida rápidamente ante tanto horror, para luego levantarme y huir de la nefasta influencia que esa transmisión quería ejercer sobre mí.

La cuestión me pareció preocupante. En menos de 20 minutos, vi la cara de Messi promocionando el champú Head&Shoulders más veces de las que he visto mi propia cara en el espejo hoy, escuché más beneficios sobre la tecnología avanzada que usan las rasuradoras Gillette Match Algo que lo que he escuchado sobre cualquier debate político en los últimos días, y me estresé viendo que dicha cadena televisiva piensa que sus televidentes (que se da por entendido han de ser hombres heterosexuales con poder adquisitivo, así la realidad diste de ello) sufren de algún síndrome de falta de atención al restregarles en el rostro una y otra vez la misma carreta barata que al leerla entre líneas sugiere algo como "eres un incompetente incapaz de entender mensajes complejos, así pues, te repetimos mediante un bombardeo violento de publicidad todo lo que creemos necesitas memorizar para que aprendas a ser un hombre de verdad". *respiro*.

Tantas emociones chocantes en tan poco tiempo... y yo que lo único que quería era almorzar en paz. La terrible experiencia de hoy me dejó un mal sabor de boca (aunque quizás eso se debiera a que sin querer me comí un trozo de víscera atrapado en el costillar del pollo que fue mi cena), y me recordó dos cosas: por qué no veo televisión, y por qué mucho menos me interesan los canales deportivos. No es por repetir un discurso que está más quemado que los habitantes de Pompeya (¿mencioné algo sobre mi usual humor políticamente incorrecto?), pero la televisión no sólo no resulta beneficiosa, sino que ya y de forma descarada moldea las mentes de quienes la ven mediante sencillos métodos de "programación mental". Habrase visto, ya no es el ser humano quien programa la máquina, sino la máquina que programa al ser humano... y no quiero ni meterme con la radio, el periódico o el internet, que esos ya son temas que van para largo...

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